Abanicos


El abanico es un atributo básico que completa el atuendo. Se podría pensar que es imprescindible en la corte, en especial para los cortesanos, y es cierto pero no sólo en ésta. El bushi rokuganí no puede separarse nunca del abanico, ni en las marchas más forzadas.


Y eso sin mencionar el tessen o abanico de guerra tan usado como arma o para dar instrucciones a los soldados por parte de los generales.


Todo rokuganí bien educado, debe ostentar su abanico en la mano o cinto en todo acto solemne y en toda visita de etiqueta.

El uso de este se extiende de manera cotidiana también: Se saluda con el abanico, se acota en él sus apuntaciones y en él, como en un platillo,
se coloca la moneda que se da al pobre como limosna.
Cuando se usa el abanico como bandeja para ofrecer un regalo no olvidemos que estos se presentan dando el lado del clavillo al obsequiado.

También sirve como signo de premio y de castigo: a los estudiantes se les regalan abanicos para que sirvan de estímulo a su aplicación, y a los condenados a muerte de cierto rango se les comunica la sentencia presentándoles un abanico a propósito y se les degüella en el momento en que se inclinan para recibirlo.

Los abanicos son parte del lenguaje no verbal. Sonreir mostrando los dientes es maleducado y tanto en esos casos como para evitar que te lean los labios otros cortesanos los abanicos cumplen su función. De la misma manera que se usa para dejar haikus y notas a los amantes y puede que sentimientos no tan bonitos a los rivales, como cartas de duelos a muerte.

Los abanicos no siempre son los mismos. Según el acto se usarán unos u otros con formas y tamaños diferentes. No es lo mismo ir al teatro, pasear, ceremonias, etcétera. Para algunos casos se requiere que el abanico sea precisamente de madera y cintas de seda.

Muchos intelectuales y místicos escriben pensamientos y frases ingeniosas en sus abanicos. Es común los abanicos que lleven poesías o escenas de pasajes históricos, mitológicos, o familiares. También los hay que lo llevan autógrafiados o del puño y letra de los grandes literatos de su tiempo, adquiridos a precios costosísimos.

Los abanicos femeninos se suelen diferenciar en forma, tamaño y color de los de los hombres. Que una mujer o un hombre lleve un abanico del sexo opuesto despertará el interés de los que le rodean, para bien o para mal atendiendo al mensaje que se crea intuir. Por ejemplo: que una Matsu lleve un abanico femenino sorprenderá y dará que hablar ya que estas no se consideran mujeres como tal, así que se pensara que hay algo más en este movimiento.


La casta kuge (noble entre los nobles) usan los abanicos de una forma especial para distinguirse de los demás. Los adornan con cinco cintas de diferente color, que son siempre el rojo, el verde, el blanco, el amarillo y el negro, y que al ondular producen visualidades sumamente caprichosas.


Existe una antigua práctica adivinatoria del futuro mediante las varillas de un abanico. Para hacerlo, se hace coincidir las piezas de su armazón con las palabras “nada, cobre, plata y oro”. La última varilla será la que responda a la pregunta que se formule. Por ejemplo: “Me casaré pronto, tendré salud, me quiere mi pareja", etc.

Existe también la creencia que un abanico pequeño de cobre debidamente colgado del cuello, asegura salud a su portador. En cambio si es de oro, se aseguraría disfrutar de una larga juventud.

Emplear y agitar la mano como si fuera un abanico, trae la desgracia y desdicha al que lo hace.

Soñar con abanicos es sinónimo de sufrir pronto una traición.

Trae mala suerte si se deja un abanico abierto. 

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