Gempukku

Los hijos de los samuráis suelen permanecer con sus padres hasta los 8 años, tiempo durante el que su madre (o su padre en las familias matriarcales) los educa en las tradiciones rokuganíes, la historia de la familia y le enseña las letras y los números. 
Alcanzada esa edad se marchan de casa a entrenarse al dojo que ellos o sus padres han elegido; no verán de nuevo a su familia hasta que terminen su instrucción.

Hay dojos muy distintos con métodos de enseñanza muy variados, pero por lo general tienen pocos maestros, muchos alumnos y las clases son magistrales y colectivas. 
La vida de los alumnos fuera de las clases es reglada e igualitaria, aunque puede variar de espartana a lujosa según el dojo. Se intenta inculcar el espíritu de grupo y la pertenencia a la Familia y al Clan por encima de cualquier otro vínculo, e incluso los dojos más marciales dedican un tiempo a la religión, la filosofía y las artes, pues un samurái ha de ser un guerrero poeta, no solo un bruto con una espada.

La ceremonia del gempukku es el fin de la estancia en el dojo y marca el comienzo de la vida activa de un samurái. Se suele celebrar de los 14 a los 16 años, dependiendo de cuánto talento tenga el joven. 

Cada clan tiene ceremonias de gempukku muy distintas, entre las que cabe destacar el famoso Campeonato de Topacio que celebra el Clan Grulla, en el que los jóvenes más prometedores de cada clan del imperio compiten en una serie de pruebas por ser nombrados el Campeón de Topacio de ese año; ese ha sido el comienzo de muchas ilustres carreras.

En las ceremonias de gempuku de todos los clanes, hay tres elementos que todas comparten en común; el desafío, alguna forma de prueba o desafío en la cual el estudiante debe demostrar el dominio de su entrenamiento, la ceremonia de nombramiento, un ritual en el cual eligen su nombre adulto y prestan juramentos de lealtad a su familia y clan, que es recibido por un samurái de alto rango, y el daishō, que es recibido por el samurái ahora adulto, representando el alma y el honor del samurái, y marcando la transición final hacia la edad adulta y la plena membresía en la casta samurái.


Cada samurái recibe de su señor en su gempukku la katana y el wakizashi de su abuelo (dado que su padre, en la mayoría de los casos, aún seguirá en activo y las necesitará); estas dos armas conforman el daisho y tienen una importancia enorme para un samurái, no solo por ser a menudo su principal herramienta de trabajo sino porque son la prueba de su estatus.

Es casi imposible ver a un samurái sin su daisho, y cuando duermen lo dejan con gran respeto en un soporte de madera que siempre llevan consigo para ese fin.

Durante el gempukku el samurái también abandona su nombre de niño, el que sus padres le pusieron, y elige su nombre de samurái, normalmente con un significado simbólico. Por tanto, a menudo se puede saber bastante de un samurái por su nombre de pila; probablemente Masaru (“victorioso”) sea ambicioso y orgulloso, mientras que Ryu (“espíritu del dragón”) tenga un carácter más místico.


Tras el gempukku un samurái recibe de su señor su primera asignación. La carrera de un samurái puede ser tanto gris como ilustre dependiendo de sus talentos y sus contactos; algunos pasan quince años guardando un castillo y ascienden a gunso (sargento) poco antes de retirarse, mientras que otros ya ejercen como daimyos provinciales con tan solo 20 años, y en algunas ocasiones, incluso han llegado ahí por sus propios méritos.

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