Obon
El festival del Bon, Obon, o festival de los muertos sucede el día 28 del mes de Shinjo.
Se dice que sólo en Obon se permite salir a los
difuntos del meido y del yomi y reunirse con sus familiares.
Por tanto, las
ceremonias en honor de los ancestros, familiares y amigos fallecidos en
el pasado, especialmente durante el año en curso, son celebradas en
templos y casas particulares.
Por esa razón, los rokuganeses vuelven a sus casas, limpian las tumbas de sus fallecidos,
hacen ofrendas en el altar familiar, bailan y se juntan todos porque
durante el Obon los espíritus de los fallecidos vuelven al mundo de los
vivos.
Y aunque se habla de la festividad de los muertos, el Obon no es una festividad tétrica o triste. Es
un periodo de alegría y reencuentro con los familiares fallecidos, es
por ello que se considera la gran celebración de la “continuación de la
vida”.
Los rituales del Obon comienzan el con una hoguera o fuego de bienvenida llamado mukaebi que guiará a los espíritus hacia el mundo de los vivos.
A menudo, en vez de una hoguera es típico encender
farolillos en las casas y lugares públicos, con la esperanza de poder
guiar a los espíritus de los difuntos hacia ellas.
Durante el Obon, los espíritus de los fallecidos reciben sus
comidas favoritas, hogueras, bailes animados… todo antes de volver al
mundo de los muertos.
Tanto en las casas como en lugares públicos, es
común ver farolillos colgados de casas, ventanas y puertas. Y
especialmente se celebran muchos festivales con fuegos de despedida y
farolillos para acompañar a los espíritus de vuelta a su mundo a través de un río de lamparillas que flotan
en el río (toro nagashi) o farolillos en las casas de la ciudad (okuribi). De hecho, okuribi significa «fuego que envía (de vuelta)».
Al final, es un momento de unión y, aunque acaba, la
despedida no es amarga porque se les vuelve a ver al año siguiente.
En Obon, las familias visitan los cementerios, una tradición llamada haka mairi,
y limpian las tumbas de sus seres queridos. Tradicionalmente, las
tumbas se limpian echando agua con unos cubos que hay en el cementerio.
El agua es siempre sinónimo de pureza y purificación. Además, se hacen ofrendas de comida y flores y se prenden velas e incienso.
Obon en las casas
En el interior de las casas y delante del butsudan (el altar familiar) se coloca una “altar de los espíritus” llamado shoryo-dana.
Enfrente se coloca una mesa en la que se sirven pequeñas porciones de
los platillos favoritos de los difuntos, como arroz, verduras, frutas o
pasteles.
Las
ofrendas varían según cada casa y según el gusto de cada difunto. Es muy típico añadir a esas ofrendas un platillo de rakugan, unos dulces de azúcar y almidón de arroz con forma de frutas y flores de loto. Pero también habrá mochi, senbei, dango… Y básicamente lo que quiera preparar la familia.
Además, como decoración, habrá siempre una berenjena y un pepino que darán forma a los llamados «caballos de los espíritus» o shoryo-uma.
El
pepino, con su cuello largo y elegante, simboliza el caballo que trae
en el viaje de ida de los antepasados. Mientras que la berenjena, más
regordeta y robusta, simboliza la vaca o buey en el tranquilo viaje de
regreso al mundo de los fallecidos.
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