Hōnen matsuris

Los Hōnen matsuri (豊年祭) son festivales que invocan la fertilidad, el nacimiento sano de los bebés, y la felicidad en las parejas casadas. Se celebran el día 15 de la liebre, con la llegada de la primavera.
 
En el pasado, se trataba de festivales en los que se pedía a los dioses una buena cosecha, por ello, estos festivales se llaman todavía  Hōnen matsuri (豊年祭), pues hōnen (豊年) significa buena cosecha.
Los festivales fueron orientándose hacia la fertilidad y hacia Musubi-no-Kami Fortuna del matrimonio en lugar de la buena cosecha, y comenzaron a aparecer las figuras de penes.

Los penes son frecuentes en estos matsuris. Puede verse en dulces, decoraciones, estandartes y, por supuesto, las enormes tallas que se sacan en procesión en los mikoshi (altares móviles)


Tanto los festivales de desnudos como los de la fertilidad se engloban dentro de los denominados kisai (奇祭), es decir, "festivales extraños o excéntricos", alejados de la ortodoxia del Imperio Esmeralda y rechazados por bastantes Rokuganíes.
De hecho, la expresión completa que suele utilizarse es tenka no kisai (天下の奇祭, festival único en el mundo).
 
Matsuri de Ryokuyama
 
El principal festival tiene lugar en el santuario Ryokuyama, en Ryoko Owari, que destaca por su multitudinario tamaño, y por sacar en procesión un gran pene de metal (donde lo normal en otros matsuris son los de madera).
 
La leyenda dice que existió hace mucho tiempo en los primeros días de Ryoko Owari Toshi una Kiba Onna que fue dejando un reguero de hombres amputados por la ciudad.
La leyenda dice que, sospechando que una mujer nueva en la ciudad era una Kiba Onna, un herrero forjó un pene de metal y capturó a la mujer con sus aprendices, usando el pene de metal hasta que la Kiba Onna mostró sus colmillos. 
El matsuri de Ryoko Owari conmemora al herrero (realidad o nó) con su particular pene de hierro, característico de su matsuri.

El santuario Ryokuyama, en Ryoko Owari, se trata de un pequeño santuario dedicado a Musubi-no-Kami Fortuna del matrimonio que durante todo el año pasa completamente desapercibido no solo por su tamaño sino también por carecer de encantos, salvo que se observe con detalle su interior, donde podemos encontrar algunos dibujos y estatuas de penes.

El santuario Ryokuyama es también popular entre las prostitutas, que se acercan hasta allí para rezar y pedir protección ante la sífilis y otras enfermedades venéreas, así como los embarazos no deseados.
 

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